En la escritura fundacional
del segundo mayorazgo de Abanco, otorgado en Berlanga de Duero, ante
el escribano Ruiz de Cerdeña, en Junio de 1701, establecieron
los otorgantes y fundadores: Don José Martínez de Aparicio
y Don Miguel Martínez de Rodrigo, la distribución de los
bienes que integraban la vinculación fundada, en tres partes
iguales para caso de la extinción de la descendencia, destinadas:
la una, para el Concejo de Abanco, la segunda, para el curato de la
Parroquia de ese lugar, y la tercera para la dotación anual de
una huérfana del linaje de los fundadores o en su defecto natural
de uno de los lugares circunvecinos de Abanco, ordenando que antes de
hacer esta separación y respectivas fundaciones se juntaran las
rentas del Mayorazgo, de dos años seguidos, y con ella se fundara
un Montepío en respecie para los labradores de Abanco.
Con la extinción
de esta familia se fue con ellos una noble rama nacida en muy hidalgo
y añoso tronco de los que formaron la base y el pedestal de aquella
España grande conquistadora del Mundo, cerca de cuatro siglos
hacía que radicaba en Abanco, en él fue siempre la familia
más noble en su hidalguía remotísima y también
la que, en el correr del tiempo, mayores méritos personales,
de cada uno de sus miembros, fue acumulando; las virtudes tanto militares
como de heroica Santidad, de éstos fueron y son ejemplo perenne
de lo que puede una educación basada en los principios religiosos
y morales en los que se desarrollaban los vástagos de las familias
hidalgas de las pasadas centurias.
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Según datos encontrados
en un resumen del tribunal de la inquisición de Siguenza Diócesis
a la que pertenecía Abanco, se cuentan dos sentencias inquisitoras
contra dos vecinos de nuestra localidad:
(Copia textual)
1.- CARRASCO, Miguel. (Año
1504).
"Miguel Carrasco, vecino
de Abanco, confesó en la villa de Berlanga ante el reverendo
señor licenciado De Villa, inquisidor: ...dijo que renegaba de
Dios. Su reverencia le impuso penitencia: que este un domingo en cuerpo
y con una candela en la mano al tiempo que se dijera la misa mayor,
y esté en pie, y diera y pague dos libras de cera para los gastos
del Santo Oficio. (Al margen fue penitenciado).
2.- FRANCISCO, el rubio
(Año 1504).
"Francisco, Rubio,
vecino de Abanco, confesó en Berlanga ante el señor licenciado
De Villa, inquisidor, haber bailado en bodas de judíos, y bebió
y comio fruta (fritura), en dicha boda.
Reze cinco veces el Pater
Noster con el Ave María y haga decir una misa de finados.
Y Confesó haber renegado
con enojo de Dios. Mandáronle pague tres libras de cera. (Al
margen fue penitenciado).
Datos del Archivo Diocesano
de Cuenca.
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